Me llamo Sahimara, soy cubana como las palmas reales, pequeñita de tamaño pero con un corazón tan grande que no me cabe en el pecho. Con una voz tan profunda como la mirada y los deseos de aprender, mejorar y vivir a flor de pecho.

Mi padre me enseñó que el árbol de la paciencia tiene raíces amargas y muy profundas pero que sus frutos son dulces como la miel.

Nací en la pobreza y la opresión del comunismo y aún así desde muy pequeña ya soñaba grandes cosas y sentía en mi corazón que un día viajaría el mundo! Porque soy una luchadora incansable, porque no me rindo nunca y porque muchos años después ese sueño aún está vivo dentro de mi. Ahora más que nunca está a punto de hacerse realidad más aún gracias a esta oportunidad de hacer nuevos y amplios caminos que ha sido presentada a nosotros en la era de la globalización, la tecnología y el internet. Si te niegas a dejar que nada ni nadie arranque tus sueños de raíz entones agárrate de mi mano fuerte que vamos directo en el camino a la sima!