La Cenicienta

Pahola Gabriela Gonzales Martinez ----6°A---------- 12-mayo-2021 - elaboración de páginas web

Érase una vez un hombre bueno que tuvo la desgracia de quedar viudo al poco tiempo de haberse casado. Años después conoció a una mujer muy mala y arrogante, pero que pese a eso, logró enamorarle.

Ambos se casaron y se fueron a vivir con sus hijas. La mujer tenía dos hijas tan arrogantes como ella, mientras que el hombre tenía una única hija dulce, buena y hermosa como ninguna otra. Desde el principio las dos hermanas y la madrastra hicieron la vida imposible a la muchacha. Le obligaban a llevar viejas y sucias ropas y a hacer todas las tareas de la casa. La pobre se pasaba el día barriendo el suelo, fregando los cacharros y haciendo las camas, y por si esto no fuese poco, hasta cuando descansaba sobre las cenizas de la chimenea se burlaban de ella.

- ¡Cenicienta! ¡Cenicienta! ¡Mírala, otra vez va llena de cenizas!

Pero a pesar de todo ella nunca se quejaba.

Un día oyó a sus hermanas decir que iban a acudir al baile que daba el hijo del Rey. A Cenicienta le apeteció mucho ir, pero sabía que no estaba hecho para una muchacha como ella.

Planchó los vestidos de sus hermanas, las ayudó a vestirse y peinarse y las despidió con tristeza. Cuando estuvo sola rompió a llorar de pena por no poder ir al baile. Entonces, apareció su hada madrina:

- ¿Qué ocurre Cenicienta? ¿Por qué lloras de esa manera?

- Porque me gustaría ir al baile como mis hermanas, pero no tengo forma.

- Mmmm… creo que puedo solucionarlo, dijo esbozando una amplia sonrisa.

Cenicienta recorrió la casa en busca de lo que le pidió su madrina: una calabaza, seis ratones, una rata y seis lagartos. Con un golpe de su varita los convirtió en un magnífico carruaje dorado tirado por seis corceles blancos, un gentil cochero y seis serviciales lacayos.

- ¡Ah sí, se me olvidaba! - dijo el hada madrina.

Y en un último golpe de varita convirtió sus harapos en un magnífico vestido de tisú de oro y plata y cubrió sus pies con unos delicados zapatitos de cristal.

- Sólo una cosa más Cenicienta. Recuerda que el hechizo se romperá a las doce de la noche, por lo que debes volver antes.

Cuando Cenicienta llegó al palacio se hizo un enorme silencio. Todos admiraban su belleza mientras se preguntaban quién era esa hermosa princesa. El príncipe no tardó en sacarla a bailar y desde el instante mismo en que pudo contemplar su belleza de cerca, no pudo dejarla de admirar.

A Cenicienta le ocurría lo mismo y estaba tan a gusto que no se dio cuenta de que estaban dando las doce. Se levantó y salió corriendo de palacio. El príncipe, preocupado, salió corriendo también aunque no pudo alcanzarla. Tan sólo a uno de sus zapatos de cristal, que la joven perdió mientras corría.Días después llegó a casa de Cenicienta un hombre desde palacio con el zapato de cristal. El príncipe le había dado orden de que se lo probaran todas las mujeres del reino hasta que encontrara a su propietaria. Así que se lo probaron las hermanastras, y aunque hicieron toda clase de esfuerzos, no lograron meter su pie en él. Cuando llegó el turno de Cenicienta se echaron a reír, y hasta dijeron que no hacía falta que se lo probara porque de ninguna forma podía ser ella la princesa que buscaban. Pero Cenicienta se lo probó y el zapatito le quedó perfecto.

De modo que Cenicienta y el príncipe se casaron y fueron muy felices y la joven volvió a demostrar su bondad perdonando a sus hermanastras y casándolas con dos señores de la corte.

Deisy Encinas=pahola Martinez=6A=Elaboración de páginas web=12 mayo de 2021

Hace mucho tiempo, vivía una bella Princesa llamada Tiana que era muy soñadora, creía en la magia y siempre se llenaba la cabeza de aquellas cosas y paraba en las nubes. Un día, mientras paseaba por el bosque, llegó a un bello estanque, y al asomarse sobre este, escucho una voz, al observar bien de donde venia, vio que provenía de un Sapo que se acercaba rápidamente a ella. Ella con mucho miedo dijo:

«¡No, no!, ¡no te me acerques feo Sapo!»

«Espere por favor bella señorita.» – Dijo el Sapo – «No le haré nada malo, solo soy un Sapo inofensivo.»

«¿El Sapo habla?, ¿qué deseas de mi señor Sapo?» – Dijo la Princesa aun temerosa.

«Le pido me disculpe el atrevimiento.» – respondió el Sapo – «Pero si usted fuera tan amable de darme un beso suyo, yo volvería a ser humano.»

La Princesa se hizo atrás y dijo:

«¡¿Yo besar a un Sapo?!, ¡No, que asco!, ¡no puedo hacer eso!»

«¿Por qué dice eso señorita?.» – Dijo el Sapo – «Yo en realidad soy un Príncipe.»

«No, no le creo.» – Respondió la Princesa – «¿Cómo un Sapo como usted podría ser un Príncipe?»

«La verdad, yo fui embrujado cruelmente y convertido en un Sapo.» – dijo el Sapo – «¿Usted no cree en la magia?»

«Sí creo en la magia.» – Respondió la Princesa.

«Entonces, por favor, béseme.» – Dijo el Sapo.

Creyendo en su ideal, la Princesa lo hizo, y besó al Sapo. A los pocos segundos, algo increíble sucedió. El feo Sapo, se convirtió en un apuesto Príncipe tal como él lo dijo. Cuando la Princesa y él Príncipe encantado se vieron, sintieron amor a primera vista. Al poco tiempo, se casaron y con el tiempo, la princesa y el sapo vivieron muy felices para siempre.

FIN

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